EL SÍNDROME DE DOWN Y SUS CARACTERÍSTICAS
El Síndrome
de Down (SD), también llamado trisomía 21, es la causa más frecuente de retraso
mental identificable de origen genético. Se trata de una anomalía cromosómica
que tiene una incidencia de 1 de cada 800 nacidos, y que aumenta con la edad
materna. Es la cromosomopatía más frecuente y mejor conocida.
- características
físicas
Los
niños con Síndrome de Down se caracterizan por presentar una gran hipotonía e
hiperlaxitud ligamentosa.
-
Cabeza y cuello: leve microcefalia y
occipital aplanado. El cuello es corto.
-
Cara: los ojos son “almendrados”, y si el
iris es azul suele observarse una pigmentación moteada. Los parpados siguen una
dirección oblicua hacia arriba y afuera y presentan un pliegue de piel que
cubre el ángulo interno y la carúncula del ojo (epicanto). La nariz es pequeña
con la raíz nasal aplanada. La boca también es pequeña. Las orejas son pequeñas
con un hélix muy plegado y habitualmente con ausencia del lóbulo. El conducto
auditivo puede ser muy estrecho.
-
Manos y pies: manos pequeñas y cuadradas con metacarpianos
y falanges cortas. Puede observarse un surco palmar único. En el pie existe una
hendidura entre el primer y segundo dedo con un aumento de la distancia entre
los mismos (signo de la sandalia).
- Piel y faneras: la piel es redundante en la
región cervical sobretodo en el período fetal y neonatal.
-
El retraso mental es constante en mayor o
menor grado.
-
Los niños con Síndrome de Down deben seguir
los controles periódicos y vacunas como cualquier otro niño de la misma edad,
pero además se debe prestar especial atención a las complicaciones que pueden
aparecer inherentes a su cromosomopatía.
-
Deben usarse gráficas de crecimiento
específicas para el Síndrome de Down y si existe un retraso pondoestatural, es
decir, crecen de manera desigual unas partes de otras. Un
30-60% de los Síndrome de Down presentarán una cardiopatía. Aunque clínicamente
no se constate un soplo cardíaco, se deberá realizar un ecocardiograma en los
primeros dos meses de vida. Si existe cardiopatía se deberá insistir a los
padres en la necesidad de profilaxis antibiótica ante cualquier procedimiento
que suponga un riesgo de endocarditis bacteriana (dental, nefrourológico...).
No debe olvidarse el riesgo de desarrollar hipertensión pulmonar sobre todo en
los niños con comunicación interventricular o con canal atrioventricular, que
pueden estar asintomáticos en el primer año de vida. En los individuos sin
cardiopatía congénita de base, deberá realizarse un ecocardiograma entre los 18
y los 20 años de edad para descartar patología valvular. Más de un 50% de estos
niños tienen problemas oculares y auditivos. Entre los primeros el estrabismo,
la miopía, la hipermetropía y las cataratas son los más frecuentes (lópez,
s.f.)
- Características conductuales
Los estudios sobre la conducta realizados en las décadas
de los 60, 70 y 70 describían de forma diversa a los niños con Síndrome de Down
como niños de buen temperamento, cariñosos, plácidos, alegres, tercos,
retraídos, desafiantes, lentos (Pueschel y col., 1991).
En 1972, Barron publicó un estudio que analizaba el
temperamento de las personas con Síndrome de Down y concluía que la conducta en
este grupo de estudio fue similar a la de población general si se tenía en cuenta
la edad mental (Pueschel y col., 1991). En los últimos años, se ha visto
claramente que los viejos estereotipos no son correctos, y que los niños y
adultos con Síndrome de Down muestran las mismas escalas de temperamento y de
conducta que la población general. Con frecuencia, padres y educadores piden
ayuda a los médicos y a otros profesionales implicados en la atención de las
personas con Síndrome de Down, para comprender las dificultades de la conducta
que ejercen tanto impacto sobre el desarrollo social y educativo de sus hijos y
alumnos, ya que pueden alterar profundamente el orden de la casa o de la clase.
La definición de lo que se entiende por problema de
conducta varía de una persona a otra, pero ciertas pautas o principios pueden
ayudar a determinar cuándo un "problema" sencillo se convierte en un
"problema de conducta". Como tales incluiríamos las conductas que son
capaces de interferir con el desarrollo/aprendizaje; las que rompen el
equilibrio de la casa/escuela; las que dañan al propio niño o a otros; y las
que se desvían de lo que podría considerarse como típico o habitual en alguien
de similar edad.
Al evaluar los problemas de conducta en niños y adultos
con Síndrome de Down, es importante determinar si existen problemas de salud
agudos o crónicos que puedan impactar sobre el desarrollo o sobre la conducta.
Los problemas de visión y audición pueden ejercer un
efecto importante sobre la capacidad de una persona para funcionar tanto en
situaciones de casa como de la escuela, y ha de vigilarse muy estrechamente de
acuerdo con las recomendaciones de los programas de salud (Cohen, 1999). Hay
otros problemas médicos que también pueden influir en los problemas de
conducta, como son el hipo e hipertiroidismo, la enfermedad celíaca, la apnea
del sueño, la anemia, el reflujo gastroesofágico y el estreñimiento.
Por eso, la evaluación por parte del médico de atención
primaria para valorar los posibles problemas médicos y neurológicos es un
componente fundamental para trabajar sobre los problemas de conducta de las
personas con Síndrome de Down de cualquier edad.
- Características
cognitivas
Existen estudios que describen con todo detalle las
alteraciones que suelen aparecer con frecuencia, tanto en la estructura como en
la función del cerebro de las personas con Síndrome de Down.
Esta patología es apreciada en las primeras etapas de la
vida y se mantiene, e incluso puede ser incrementada, con el transcurso de los
años. Como es lógico, interesa conocer de manera particular la influencia que
ejerce sobre el desarrollo inicial de los circuitos cerebrales, ya que este
desarrollo va a condicionar el establecimiento y la consolidación de las
conexiones y redes nerviosas necesarias para que se establezcan con plenitud
los mecanismos de la atención, de la memoria, de la capacidad para la
correlación y el análisis, del pensamiento abstracto, etc.
De acuerdo con los
datos morfológicos y funcionales obtenidos de los cerebros, numerosos trabajos
han comprobado que, en mayor o menor grado, suelen existir en las personas con Síndrome
de Down, problemas relacionados con el desarrollo de los siguientes procesos:
a) Los mecanismos de atención, el estado de alerta, las
actitudes de iniciativa.
b) La expresión de su temperamento, su conducta, su
sociabilidad.
c) Los procesos de memoria a corto y largo plazo.
d) Los mecanismos
de correlación, análisis, cálculo y pensamiento abstracto.
e) Los procesos de lenguaje expresivo.
Los datos actuales permiten afirmar que la mayoría de los
alumnos con Síndrome de Down funcionan con un retraso mental de grado ligero o
moderado, a diferencia de las descripciones antiguas en las que se afirmaba que
el retraso era en grado severo. Por otra parte, la afición lectora facilita el
enriquecimiento en la exposición de conceptos, en el empleo de términos y
expresiones. El lector ve bien escrito lo que tantas veces ha oído mal y no se
ha atrevido a pronunciar. Naturalmente, esto exige un ambiente familiar en el
que se premie el diálogo, en el que existan claramente «espacios temporales»
dedicados a la conversación, por pobre que ésta pueda ser inicialmente. Es
entonces cuando el niño, crecientemente familiarizado con lo que lee, encuentra
el tiempo y el clima apropiados para expresarlo verbalmente. Aunque es posible
que después, en otro ambiente menos familiar, siga prevaleciendo su silencio o
su timidez. Pero poco a poco se va venciendo. La lectura, pues, es un apoyo
inigualable del enriquecimiento verbal y conversacional (Maria Victoria Troncoso y Maria Mercedes del Cerro,
1997) .
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